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corrupción, democracia fascismo, Derechos civiles, dictadura española, pueblo soberano, revolución, Sociedad civil
Siento que los mecanismos democráticos no fluyen a mi alrededor. La democracia tendría que ser una fina capa de limpieza brillante que lo cubriera todo y que al levantar objetos olvidados e inútiles, detenidos, varados por tiempo, su forma quedara dibujada con partículas de mugre difíciles de limpiar.
Siento que no duelen a muchos los golpes que recibes: oh, fingida democracia. La que nos dieron en aquel tiempo que parecía ser otro más respirable, más de todos, incluidos los que denostaban a tantos: vivos o muertos. Molestos difuntos que bajo tierra o sobre ella invocamos tu idea: oh, putrefacta ilusión.
Siento que los que sepultan democracias, bajo los excrementos de traidores e ignorantes ciudadanos, han aprendido a escuchar en el hueco fondo de las saturadas memorias desvirtuadas de esas viejas herramientas orgánicas que muchos transportan sobre sus hombros a las que llaman mentes demócratas.
Siento que se apaga esta profunda sombra. Siento que no hay plano sobre la que proyectarla. Siento que ha envejecido mal el concepto por descuido de quienes debieron lustrarlo. Siento un escalofrío que recorre toda mi piel como si fuera la de un toro. Siento que esta mentira se muere. Siento que no lo siento.