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Historias de amor hay muchas, cariño, pero ninguna como la nuestra.

Suena en el corazón de la vieja caja de música la melodía gastada y siempre nostálgica que se empeña en ser nuestra banda sonora, esa que acompaña a las fotos, notas, dibujos, flores secas… que depositaste en ella ayer.

Han pasado décadas desde nuestro primer beso y ahí sigue, amor, prendido de nuestros labios como un ágil trapecista.

Aquí me tienes esta mañana, vida, desnudo ante el espejo buscando al amante aquel. Soy yo: quién te escribió aquellos torpes versos; el que susurró a tu oído promesas eternas; el cobarde niño que reprimió sus bajas y hermosas pasiones.

En el silencio de la noche, mientras todos duermen y yo me desvivo por ti, tus delgados dedos dan cuerda a la pequeña caja de música y, a cientos de kilómetros de distancia, puedo escuchar con toda claridad la melodía de Francis Lai. Historia de amor.